Bienvenid@s

Estoy convencido de que la unión hace la fuerza, como los granos de una uva dan la mejor cosecha de vino. Por eso brindo este espacio para que podamos echar en el mismo lagar todos nuestro mejores granos y asi ir construyendo una parroquia y pueblo mejor.

martes, 28 de agosto de 2012

Domingo 22 - Evangelio

MARCOS 7, l 8.14 15.21 23

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jaras y ollas.) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?» Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me da está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres». Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».

No andemos como los fariseos viviendo desde fuera, con prácticas que se quedan en lo externo y no renuevan nuestro interior. El único que puede lavar de verdad nuestra falta de amor, de pasión, de sentido, de entrega es el Señor. Él transformará la suciedad con el chorro de su inagotable Amor.
El agua de su Amor es la que limpia de verdad, la que nos renueva y nos hace saltar. Él nos va a convertir en trigo, regado con la novedad de su Evangelio. Trigo que sabe a pan, a donación y a Eucaristía.
Acerquémonos al Corazón de Jesús, de donde brota la Vida y el agua que fecunda nuestros corazones. (Kamiano)



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