III.- SÁBADO SANTO: HAZ DE
LUZ EN NUESTROS SILENCIOS
El Sábado Santo es un día atípico. Tanto que es el único día en
todo el año que no hay eucaristía (la Vigilia pascual es del Domingo de
Resurrección). Es día de hondo silencio, de quietud, de sosiego, de mirar en
paz, de contemplación. Nos viene fenomenal que alguna vez paremos un poco el
motor externo de nuestra vida y le demos marcha al motor de dentro, el amor que
nunca duerme.
Tras este parón, por la noche celebraremos con alegría la certeza
de que el amor es quien mueve el cielo, las estrellas y los corazones. Por eso
mismo, prepararse con un baño de silencio puede ser algo muy interesante porque
este silencio no es de muerte, sino de vida. Un silencio embarazado de vida.
A veces le tememos al silencio porque lo consideramos no solo
aburrido, sino amuermado, triste, muerto. Pero no es así: en el silencio puede haber
un verdadero fuego que arde, una alegría
que se derrama hacia adentro más que hacia afuera, una fuerza que se manifiesta
en el nuevo impulso con que nos subimos al carro de la vida. No está mal el
silencio cuando se mira a lo profundo. Hay un dicho judío del tiempo de Jesús
que él sabría de memoria. Decía: “Toda mi vida la pasé entre sabios y aprendí
que lo más importante es el silencio”. No está mal.
San Francisco sabía mucho de esto porque le gustaba hacer retiro
por lugares muy bellos que habréis visitado: las Cárceles, Greccio, la
Alvernia, la Foresta. Por eso solía decir: “Hable el silencio donde falta la
adecuada expresión”. De otra manera y con cierta guasa lo dijo Benjamín
Franklin: “Mejor es callar y que sospechen de tu poca sabiduría que hablar y
eliminar cualquier duda sobre ello”.
Para que la celebración de esta noche sea un haz de luz, un
revivir lo más querido de nuestra fe en Jesús, no está mal ahondar en el
silencio. No hace falta estar todo el día de cháchara. La naturaleza es un
marco muy bueno para practicar el silencio. No temas darte un paseo solo por el
monte y vete rezando: “Que mi silencio me ayude a escuchar tu voz”. Así Jesús
será un haz de luz potente en la celebración de la noche.
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