HACES HUMILDES DE LUZ
Podemos pensar
que solamente un haz fuerte de luz puede ser interesante, que si hemos de
convertirnos tenemos que ver un relámpago potente que, como a Pablo, nos tire
del caballo. Pero resulta que tenemos delante de las narices humildes haces de
luz que nos pueden iluminar de manera gozosa y profunda. ¿Por qué no dedicarnos
en esta Pascua caer en la cuenta de los humildes haces de luz que tenemos a la
mano?
El haz de luz de los
colores: el verde intenso de la hierba, el verde joven de las hayas que
están floreciendo, los amarillos y blandos de las flores de las cunetas, el
azul intenso del cielo, etc. Mira detenidamente los colores; haz una lista de
colores que ves, ponles algún adjetivo
El haz de luz de los
destellos: el destello del cielo, del avión que deja su estela, el destello
humilde del regato donde va el agua brillante, el destello de la línea del
horizonte. Anota los destellos, valóralos de 1 a 10.
El haz de luz de los
gusanos que viven entre las hierbas: son nuestros aliados porque trabajan
la tierra: las hormigas, los escarabajos peloteros, los renacuajos. Mira la
tierra que tienes delante, descubre a sus habitantes, agradéceles su “trabajo”.
Nómbralos si sabes su nombre.
El haz de luz de los
grandes animales: el brillo en el lomo de las yeguas, las vacas, los
terneros. Su potencia, su paz que no molesta a nadie. La hermosa compañía que
nos hacen. Su lenguaje de vida. Hazles alguna foto bonita con el móvil.
El haz de luz de los
espinos blancos: que florecen a una con la Pascua. Sus flores son lenguaje
de estas fiestas y luego, se apagan. Alégrate con su alegría. Siéntate cerca de
ellos y “háblales”. Nosotros, ingenuos, creemos que no escuchan.
El haz de luz de los
grandes árboles: los pinos, las hayas capaces de acoger a su sombra a todo
un pueblo. Son los verdaderos habitantes del planeta, los que nos sobreviven,
los que no se cansan, año tras año, de ofrecernos su compañía, su sombra.
El haz de luz de los
senderos que se pierden: porque el monte está lleno de ellos. Se pierden
pero todos llevan al mismo lugar, al corazón de las casas, de los pueblos, de
las personas. Son los caminos luz para nuestros pies, indican que no estamos
del todo perdidos en la vida.
Y luego, cuando vuelvas
a casa, no te olvides de los otros haces de luz:
la sonrisa que
es luz de vida para el alma,
el brillo de
los ojos que es lenguaje del amor evidente,
el gesto de
amabilidad que habla de sentimientos hermosos,
la pequeña
ayuda y la colaboración que es el lenguaje de la fraternidad.
Haces de luces que nos iluminan la vida pero que no los valoramos lo suficiente.Saludos
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