Lectura del profeta Amós.
Esto dice el Señor Todopoderoso. Ay de los que ponen su seguridad en Sión y de los que confían en el monte de Samaría. Los que duermen sobre lechos de marfil, se recuestan sobre divanes, comen corderos del rebaño y terneros del establo. Los que cantan a gritos al son del arpa y se inventan, como David, instrumentos de música; los que beben el vino en ánforas y se ungen con el perfume más fino, pero no se
preocupan de la ruina de José. Por eso ahora irán desterrados a la cabeza de los cautivos y cesará el júbilo de los sibaritas.
SALMO RESPONSORIAL (Ps 146)
Él hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.
El Señor da la libertad a los presos,
el Señor da la vista a los ciegos,
el Señor endereza a los que están doblados,
el Señor ama a los que practican la justicia,
el Señor protege a los emigrantes,
El Señor sostiene a las viudas y a los huérfanos
y tuerce el camino de los malhechores.
El Señor reinará eternamente;
él es tu Dios, Sión, por todas las edades.
2ª LECTURA (1Tm 6, 11-16)
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a Timoteo.
Hermano, siervo de Dios, practica la justicia, la religiosidad, la fe, el amor, la paciencia, la amabilidad. Sostén el noble combate de la fe, conquista la vida eterna, para la cual fuiste llamado y de la que hiciste hermosa confesión ante muchos testigos. Delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que dio testimonio de la verdad ante Poncio Pilato, te pido que guardes el mandamiento sin mancha y sin reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, manifestación que, a su debido tiempo, llevará a cabo el bienaventurado y único Soberano, Rey de reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad, que habita una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. A él, honor y poder eterno. Amén.
EVANGELIO (Lc 16, 19-31)
Lectura del santo Evangelio según San Lucas.
En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba a diario espléndidamente. Un pobre, llamado Lázaro, cubierto de úlceras, estaba sentado a la puerta del rico; quería quitarse el hambre con lo que caía de la mesa del rico; hasta los perros se acercaban y le lamían sus úlceras. Murió el pobre, y los ángeles le llevaron al seno de Abrahán. Murió también el rico, y lo enterraron. Y estando en el infierno, entre torturas, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abrahán, y a Lázaro a su lado. Y gritó: Padre Abrahán, ten compasión de mí y envía a Lázaro para que moje en agua la yema de su dedo y refresque mi lengua, porque me atormentan estas llamas. Abrahán repuso: Hijo, acuérdate que ya recibiste tus bienes durante la vida, y Lázaro, por el contrario, males. Ahora él está aquí consolado, y tú eres atormentado. Y no es esto todo. Entre vosotros y nosotros hay un gran abismo, de tal manera que los que quieran ir de acá para allá no puedan, ni los de allí venir para acá. El rico dijo: Entonces, padre, te ruego que le envíes a mi casa paterna, pues tengo cinco hermanos, para que les diga la verdad y no vengan también ellos a este lugar de tormentos. Abrahán respondió: Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que los escuchen! Pero él dijo: No, padre Abrahán; que si alguno de entre los muertos va a verlos, se arrepentirán. Abrahán contestó: Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto».
Comentario
¿En qué piensa el rico? ¿A qué juega? ¿A qué apuesta? ¿No se da cuenta de que hay alguien al que aplasta? ¿No percibe en su vida la presencia de Dios? ¿Se puede estar tan tranquilo jugando con la vida sin darle ningún sentido excepto el del acaparar?
Dios tiene la justicia en la mano. La justicia de Dios no es un dado que atemoriza, sino que es la única que asegura la dignidad, la salvación del que está aplastado. ¿Podemos quedarnos tan tranquilos mientras hay gente aplastada?
La vida es tiempo de elección. No perdamos este valioso don jugando a opciones equivocadas que conducen a la muerte. Dejemos las apariencias, el tener como supremo valor y miremos más al que tenemos al lado, a ver si necesita de nosotros y con nuestras miopías no somos capaces de echarle una mano con corazón.
/kamiano/
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