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Vivir la sencillez es respetar y
cuidar la Naturaleza en tu forma de vivir, reciclando, reutilizando, reduciendo
el consumo innecesario
1. Perspectiva bíblica
¡qué admirable es tu
nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad
sobre los cielos.
3De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza
contra tus enemigos,
para reprimir al
adversario y al rebelde.
4Cuando contemplo el cielo, obra de
tus dedos,
la luna y las estrellas
que has creado,
5¿qué es el hombre, para que te
acuerdes de él,
el ser humano, para
darle poder?
6Lo hiciste poco inferior a los
ángeles,
lo coronaste de gloria y
dignidad,
7le diste el mando sobre las obras de
tus manos,
todo lo sometiste bajo
sus pies:
8rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del
campo,
9las aves del cielo, los peces del
mar,
que trazan sendas por el
mar.
10Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu
nombre
en toda la tierra!
(Salmo 8)
En este salmo se dice que la persona no es dueña de la
naturaleza sino su administradora. Dios le ha dado “mando” sobre todas las cosas,
pero no posesión de las mismas. No es rey de lo creado, sino su administrador.
Cuando dice que lo ha “sometido todo” bajo sus pies no es
para la explotación irracional, sino para el uso racional y agradecido. Dios ha
creado la persona como “casi inferior a los ángeles”, es decir, muy próximo a
como es Dios. Pues debería comportarse como Dios se comporta con la creación:
amándola, siendo generoso con ella, respetándola, agradeciéndole su oferta
continua, conociéndola cada vez más.
Reciclar demanda el sentido ético de que las cosas de un
solo uso son, con frecuencia, un derroche que las situaciones de pobreza del
mundo no pueden tolerar.
Reutilizar demanda el principio ético de que la
reutilización contiene el ansia depredadora de lo humano y la hace más
razonable, consiguiendo los mismos beneficios que si se hicieran productos
nuevos.
Reducir el consumo demanda el principio ético de que, por
justicia, no podemos llevar esta vida de derroche en la que se ha montado la
economía de los países “civilizados” (que, encima, son los países de origen
“cristiano”).
3. Perspectiva práctica
El reciclado ha de comenzar en la propia vivienda. Hemos de
tener fe en que es útil, tanto para la propia mentalización como para el medio
ambiente. Hemos de acoger la enseñanza que nos hacen los niños y jóvenes en
esto.
La reutilización ha de ser una norma en la vida de quien
entiende la naturaleza. Hay que volver a prácticas que hemos olvidado. Hay que
tener cuidado con los embalajes de una sola vez, con los envoltorios, con las
botellas, con todo el mundo de los desechable, de lo de usar y tirar (principio
fatal que se nos ha metido dentro porque es más cómodo).
La reducción de consumo no es una tacañería, sino un acto
de justicia. Un grado menos en la calefacción de casa (cosa que no incomoda
mucho, si no, te pones un jersey) reduce la factura que pagas, la emisión de
gases y, lo que es más importante, la factura humana que adquirimos con los
países a los que “compramos” el gas a precios que, con frecuencia, están lejos
de lo justo.
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