Bienvenid@s

Estoy convencido de que la unión hace la fuerza, como los granos de una uva dan la mejor cosecha de vino. Por eso brindo este espacio para que podamos echar en el mismo lagar todos nuestro mejores granos y asi ir construyendo una parroquia y pueblo mejor.

viernes, 13 de enero de 2012

Racimo de charlas biblicas - 4

SOLO UNO TAN HUMANO PODRÍA SER DIOS
Redescubrir la realidad humana de Jesús.
4

Continuamos en nuestro empeño por desvelar la realidad hondamente humana de Jesús creyendo descubrir ahí la certeza del acompañamiento de Dios a nuestra vida.

1. Miramos a Jesús
Mi vocación fue el pueblo. Fue mi gran anhelo. No sé cómo lo descubrí, porque la vocación de una Mesías era siempre religiosa, aunque no estaba lejos del componente político. De cualquier manera yo descubrí que mi vocación era el pueblo y sus sufrimientos, su lado débil. Por eso quise escenificar el comienzo de mi andadura mesiánica con un escenario popular y de pecado (Lc 3,21).
Era la mejor forma de decir que yo quería amparar al pueblo herido, a los ojloi que estaban en la orilla de los excluidos sociales. Me agrada cuando los Evangelios dicen que Juan el Bautista no es quién para desatar la correa de mi sandalia, porque eso habría significado que no había sido un buen levir, que no me había llevado a casa a la mujer sola, al pueblo desamparado (Jn 1,27). No, yo fui un buen "marido" para el pueblo. Yo puse carne al sueño de la profecía vieja: "Tu tierra tendrá marido" (Is 62,2). Por eso me enternecía ante la gente, me daba pena su abatimiento social (Mc 6,34). Por eso cultivé y les ofrecí el mejor de mis sueños, un Reino para los pobres (Mt 5,3). Yo creía firmemente que las desventuras de los débiles sociales tendrían fin un día (Mt 10,23). Su sufrimiento no iba a ser para siempre.
Me dolió que me abandonaran cuando vinieron mal dadas. Me dolieron sus palabras de exclusión y de muerte (Le 23,21). Pero yo sabía bien que el pueblo es débil y manipulable, pero que es difícil arrebatarle su amor. y puedo creer que el pueblo, la gente como yo, llegó a amarme. Por eso me recordarían después, por eso me recordáis ahora.
Hice mío el sufrimiento ajeno. Uno de los vuestros lo ha dicho tajantemente: "El dolor ajeno nos constituye en sujetos morales". Valoradme por mi respuesta al dolor ajeno. Si quitáis de mi vida el sufrimiento del otro, lo mío se reduce a cenizas.
Por eso mismo no me eché atrás ante las lágrimas (Jn 11,33), anduve 1os caminos del dolor común (Lc 8,40-56), bebí el trago amargo de la muerte de otros (Lc 7,11-17). Puede pareceros una nadería, pero la gran pregunta que podía decir a los débiles era ésta: "¿Qué puedo hacer por ti?" (Mc 10,51). Veían que en lo poco que yo podía hacer se encerraba la mayor de las solidaridades. Quizá eso hizo que los débiles se me acercaran o que yo me acercara a ellos, más que las soluciones que podía aportarles que eran, en realidad, muy pequeñas.
Me interesaron los enfermos (Mc 1,32-34), los poseídos (Mc 9,14- 27), los heridos (Jn 5,1 ss), hasta los mismos muertos (Jn 11): Hice mío su dolor de manera normal, con la solidaridad básica del amparo que se dan los pobres.
A pesar de todo y por ello mismo, tiene que quedar claro que lo que me a mí me interesaba, más que el sufrimiento y el pecado, era la dicha de las personas. Por eso, quise hacer ver que más allá del duro sufrir hay lugar para la dicha (Mt 5,3ss), y que esa dicha es para ahora mismo, sin esperar a postergaciones del más allá. Cuando la dicha asomaba entre las lágrimas, yo saltaba de gozo. Quizá la dicha sea imposible sin la solidaridad en la herida. Pero, no hay que olvidarlo, estamos hechos para la dicha, no para la pena y el trabajo. Así lo creo yo.
2. Dialogamos entre nosotros
Habría que ver cómo vamos mezclando fe y vida, vida cristiana y vida en el pueblo. Una fe que nos aleja de la realidad social es sospechosa. Una fe solo para dentro de la parroquia plantea un interrogante.
Cercana la Navidad también podríamos pensar de cómo se entrelaza con la realidad del sufrimiento ajeno, cómo influye la realidad de las pobrezas en nuestros comportamientos cotidianos.

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