Un lema. Una suma lanzada a los cuatro vientos. Eso es todo. Pero ¡Casi nada! Porque bajo la apariencia de una humilde suma se esconde una exigencia máxima. La que debería guiar los pasos de todo católico, pero, especialmente, cómo no, la que inspira la vida de todo misionero. Porque la Fe, así con mayúsculas, supone tener las puertas de nuestro corazón de continuo abiertas a un Dios, siempre Padre, que nos enseña y nos pide que amemos a nuestro prójimo como hermano nuestro, incluso a nuestros enemigos, llegando a poner la otra mejilla cuando somos agredidos; un Dios que nos enseña y nos pide que seamos justos y que reclamemos justicia para aquellos que son perseguidos y maltratados hasta la perdida de su dignidad, incluso hasta jugarnos la vida en el empeño; un Dios que nos enseña y que nos pide que seamos defensores de una libertad, ejercida con responsabilidad, incluso aunque ello suponga renunciar a la vida fácil y al placer inmediato y sin esfuerzo...
Y a esta Fe, que llena de esperanza el futuro de una humanidad constructora del Reino de Dios, se le une, se le suma, una Caridad, también con mayúsculas, que supone optar con preferencia por los más pobres, por los más débiles, por los que menos voz tienen, por los últimos de los últimos, no para obrar con la justicia que supondría ofrecerles aquello que nos sobra de nuestros bolsillos, sino para, en el mayor ejercicio de desprendimiento, compartir con ello incluso de aquello que nos es necesario.
El resultado de aquella Fe, que se suma a esta Caridad, es la Misión, también con mayúsculas, en la que se hayan volcados, con una voluntad de servicio ejemplar, nuestros misioneros y misioneras. Ellos, con su testimonio, representan mejor que nadie la existencia, la razón de ser, de una Iglesia que, como ha reclamado el papa Francisco, sale "fuera de sí misma, hacia todas las periferias, existenciales y materiales, en el mundo de hoy", para anunciar la Buena Nueva que el DOMUND de este año recoge en una humilde suma.
No lo olvidemos: "Fe + Caridad = Misión". Mejor aún, hagamos realidad en nuestro vivir esta operación, saquémosla del encerado oscuro y teórico de una pizarra y toquémosla en las rostros, las manos y los pies de un Jesús que vive entre los pobres, los humildes, los necesitados, los perseguidos, los bienaventurados...
(Editorial de la revista misionera para jóvenes "SUPERGESTO". Octubre 2013)
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