7
Vivir la sencillez es trabajar para vivir y no vivir para trabajar
1. Perspectiva bíblica
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas? (Mateo 6,26).
El Evangelio previene contra el excesivo afán por trabajar. No quiere decir que el Evangelio no diga que no haya que trabajar. No quiere decir que el trabajo no sea importante; lo es, siempre y ahora más. Previene contra el exceso porque desde siempre el trabajo ha sido, para algunos, una “tentación”, generalmente por el lucro que se esconde detrás. Trabajando “en exceso” se dejan en la cuneta valores necesarios para la vida humana.
La comparación con las aves es buena: el Padre las alimente, pero ellas “trabajan”. No hay que mirar más que su trajín siempre volando en busca de su sustento. Pero no necesitan ni sembrar, ni segar, ni almacenar. El mundo es su campo y su almacén. Dios se lo da.Si la persona es de más valor que los pájaros, eso quiere decir que el Padre la cuida más si cabe. Por eso habría que mezclar a la actividad humana una dosis de confianza en Dios que nos haga no estar siempre estresados, ni por el trabajo ni por nada.
2. Perspectiva ética
Es preciso construir una ética del trabajo que incluya el derecho de todos a tenerlo, a tenerlo en los modos más humanos posibles y a que esté lo mejor repartido posible.
El trabajo no ha de ser conceptuado como una mercancía que vende el trabajador al empresario. Es una actividad humanizadora y por lo tanto ha de ser tratada socialmente como un valor, no como una mercancía.
En tiempos de trabajo escaso, como estos, se impone una redistribución del trabajo lo más equitativa posible. Las prácticas acaparadoras de trabajo, las deslocalizaciones porque no se alcanzan objetivos de producción y otras prácticas similares quedan cuestionadas.
3. Perspectiva práctica
Trabajar para vivir tiene que llevarnos a que el trabajo no deje de lado valores como la relación familia u otros. Lo más importante es la relación, aunque el trabajo sea necesario. No hay que perder esta óptica.
Trabajo justo y vida en relación son compatibles. Quizá para ello sea preciso vivir un poco más sencillamente, ya que muchas de nuestras necesidades que demandan una financiación que viene del trabajo, son, con frecuencia, superfluas.
Si el trabajo es para la vida hemos de ser cuidadosos en nuestras prácticas “empresariales”: cuando necesitamos contratar a alguna persona que nos ayude, hemos de ser laboralmente justos con ella. Incluso, como cristianos, habríamos de ser generosos además de justos.