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Estoy convencido de que la unión hace la fuerza, como los granos de una uva dan la mejor cosecha de vino. Por eso brindo este espacio para que podamos echar en el mismo lagar todos nuestro mejores granos y asi ir construyendo una parroquia y pueblo mejor.

martes, 5 de noviembre de 2013

Racimo de charlas biblicas; 2 - DECALOGO PARA EL SERVICIO

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Vivir la sencillez es tener más alegría al dar, o al compartir, que al recibir, porque has descubierto el poder misterioso que tiene la palabra gratuidad

1. Perspectiva bíblica 
Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y daros la herencia con todos los santificados. Yo de nadie codicié plata, oro o vestidos. Vosotros sabéis que estas manos proveyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros.  En todo os he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a los débiles y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Mayor felicidad hay en dar que en recibir” (Hechos 20,32-35).

Estas palabras pertenecen a la despedida de san Pablo de la Iglesia de Mileto en su viaje a Jerusalén para entregar la colecta. Describen un poco la vida de Pablo en sencillez, trabajo y austeridad. Él tenía un oficio (trabaja haciendo toldos y tiendas de campaña) y de ese oficio vive (Pablo era fariseo y los fariseos tenían que saber un oficio para que no estuvieran tentados de vivir de la enseñanza de la Ley).
Ha sido también un trabajo que le ha permitido compartir el fruto con sus propios compañeros. No ha trabajado Pablo para enriquecerse él, sino para él y sus compañeros pudiesen vivir con dignidad.
Y con ese trabajo ha socorrido a los débiles con espíritu de solidaridad. Esa generosidad le ha procurado mucha alegría haciendo bueno el dicho de Jesús de que hay más alegría en dar que en recibir. Es la única vez que san Pablo cita textualmente el Evangelio (una frase atribuida por cierto a Jesús que los evangelistas no consignan). Y la única vez que cita es sobre la generosidad en el compartir. Así ha entendido Pablo el Evangelio.

2. Perspectiva ética
La alegría de dar brota no por la soberbia de que yo soy muy generoso, sino porque se percibe que con la ayuda ofrecida el otro va siendo persona más entera, más desarrollada. Así la dignidad de la persona brilla con fuerza. Hay que estar muy imbuido de la ética de la dignidad para que cale una nueva noción de compartir.
La razón del compartir no puede ser la pena que nos causa el pobre, aunque no esta mal, ni siquiera la mera caridad religiosa. Hay que compartir por razones de humanidad, porque quien necesita mi ayuda es una persona humana y si no ayudo su humanidad (que nunca desaparece) queda velada, oscurecida. Es preciso hacer “brillar” la humanidad del débil. El compartir es el camino bueno.
El compartir más “puro” es el que se hace desde la gratuidad, desde la actitud de quien no espera que se le devuelva el favor. Por eso la gratuidad es un principio de actuación ética. La gratuidad ennoblece a quien ofrece la ayuda y no humilla a quien la recibe.

3. Perspectiva práctica
Hay que contagiarse la alegría del dar, ya que la sociedad y nosotros mismos nos contagiamos con frecuencia la “tristeza” del dar que se traduce en tacañería. No se puede dudar de que siendo generosos con gratuidad  algo nos dice por dentro que eso nos enriquece, una alegría brota ahí dentro.
El compartir es un aprendizaje que hay que hacer desde niños hasta ancianos, es un proceso. No depende de una generosidad natural (que no está mal), sino del interés por hacer que mi vida esté ofrecida en una parte a otros que la necesitan.
Habría que hacer continuas prácticas de gratuidad, sin pedir nada a cambio, sin andar aireando lo bueno que hacemos, sin reclamar aplausos o gratitudes por lo que damos. Si nos agradecen, recibamos el agradecimiento; pero si no lo hacen, continuemos siendo generosos.


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